maeloCinema, blog by Red Stovall

en la oscuridad de una sala de cine nos encontraremos en otros lugares, otras historias, otros sueños...

lunes, agosto 29, 2005

Razones por las que amo el Cine (1)

"DOS EN LA CARRETERA"
Una reciente y breve charla sobre este film me metió unas ganas irresistibles de volver a verlo, y así poder disfrutar de una de esas películas por las que me enamoré, literalmente, del séptimo arte. Y hablando de amor, esta es una de las pocas que demuestran que ese sentimiento existe.
Dirigida en 1967 por Stanley Donen y protagonizada en sus principales papeles por Albert Finney y Audrey Hepburn, se nos relata, a través de una narración no lineal (este es un film en el que el COMO aplasta sin contemplaciones al QUE, sin restarle importancia a este último) la historia de amor entre un hombre y una mujer, a través de los momentos más significativos de ambos.
Donen, con su habitual elegancia y sentido de la sensibilidad, fija el punto de vista desde un ángulo externo, dando la sensación de que es el espectador quien conduce el film. El hecho de narrar los acontecimientos desde la distancia da una enorme fuerza a la película, haciéndola enormemente cercana y nunca decatándose por ninguna de las dos partes. Los numerosísimos saltos en el tiempo no despistan para nada la atención de esta emotiva historia, al contrario, la hacen muy atractiva. Saltos en los que juega un papel importante el coche, que nunca tuvo un significado tan sugerente en una película. La forma en la que el automóvil se usa como metáfora de todas las etapas de una relación, es sorprendente por original.
Los actores están secillamente sensacionales, Finney en el que probablemente sea el mejor papel de su carrera, ese perfecto caballero, vividor y canalla. Y Hepburn, pues enamorando, como siempre, un pedazo de actriz como la copa de un pino, capaz de expresar con una mirada sentimientos tan dispares como alegría, decepción o deseo.
Todo el conjunto de la película se disfruta como pocas veces se hace viendo una película, y a ello contribuye la melodía, ya mítica, creada por Henry Mancini, uno de los más grandes compositores de bandas sonoras de todos los tiempos. Gracias a él y a la labor de Donen el espectador pasa de la risa al llanto y viceversa, de una forma asombrosa.
Ayer, durante el visionado del film, se me acusó de ser exactamente igual al personaje de Albert Finney; la verdad es que cualquier pareja, con un buen período de tiempo a sus espaldas pueden sentirse identificados con este crudo y maravilloso retrato sobre el amor entre un hombre y una mujer. Una prueba más de que el Cine es el fiel retrato de la realidad, aunque esta última supera con creces a la ficción. Obra Maestra.

5 Comments:

At 3:44 p. m., Blogger Unknown said...

es lo que tiene las conversaciones breves, que cuando no son triviales son muy interesantes y productivas...

enhorabuena a los dos contertulios...

 
At 3:58 p. m., Blogger Alberto Abuín said...

La extensión es lo de menos. Para que sea productiva e interesante llega con el buen entendimiento.

 
At 5:39 p. m., Blogger Unknown said...

una vez más no me explico: que las conversaciones breves o bien son triviales porque no da tiempo a "pensar nada interesante" o bien es interesante y placentero (lo bueno si breve dos veces bueno)...

pero bueno, da igual...

 
At 5:47 p. m., Blogger Unknown said...

...el caso es que es una gran peli...

 
At 10:56 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hombreee, la peli favorita de Mónica :) Una delicia. Cada vez que la veo alucino con el montaje. En una entrevista, Stanley Donen contaba que él, Audrey Hepburn y Albert Finney estaban en proceso de divorcio durante el rodaje... Siempre me ha parecido tremendamente irónico.
Un saludo.

 

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